Panel |
Wednesday 06/12 | 14:00 - 16:00 | Ciencias Sociales | G2 |
Cuerpos al margen: Juventudes, necropolíticas y neoliberalismo en América Latina y el Caribe.
(#8938)
Jerry alonso Mora 1; Valeria Vivas Arce
2; Jorge Vargas Carmiol
3; Lucas Barboza Pellisar
41 - Universidad Costa Rica. 2 - Universidad Nacional de La Plata. 3 - Universidad de Costa Rica. 4 - Universidad Rio del Estado Janeiro.
Abstract:
Justificación. Agamben (2000) citado por Ranciere (2005) señala que “el verdadero horror de los campos de concentración, todavía más que la cámara de gas, es el partido de fútbol que oponía en las horas vacías a los SS y los judíos de los sonderkommandos (p. 10). Guardando las distancias en lo concreto, pero dejando el significado simbólico intacto, parece ser que buena parte del tejido social en buena parte de América Latina (instituciones del estado, medios de información masiva, comunidad nacional en general) pudiese ser leído desde ese lugar, en tanto víctimas y victimarios, en esta estratagema, parecen volverse cada vez más inteligibles. Hasta ahora, tras el cotidiano retrato noticioso del asesinato sistemático de jóvenes, la reflexión general acaba tras el dictamen del periodista cuando señala “ajuste de cuentas”, “lio por drogas”, o “tenía antecedentes penales”. Cualquier otra explicación, fuera de los umbrales policiales que nutre el “suceso” periodístico, no merece ser colocada y así es comúnmente digerida. ¿Pero, por qué sucede esto?¿Sucede así para todos quienes padecen la muerte violenta? ¿Es posible, en ese sentido, evidenciar la misma reacción de impasividad y irreflexión? La respuesta ciertamente es que no. ¿Qué significa la perspectiva de la necropolítica (Bmembe) para contextualizar lo que está pasando en Argentina, Brasil y Costa Rica en materia de juventudes empobrecidas? Según la Organización Mundial de la Salud (2014) [1]América Latina y el Caribe tienen las tasas más altas de homicidio del mundo, con un ritmo de 28,5 anual de muertes por cada 100 mil habitantes, seguido por la región africana con una tasa de 10,7 por cada 100 mil personas. La distribución de estas formas de violencia no se distribuye igual ni por sexo ni etariamente[2], en ese sentido los varones contienen el 82% de las víctimas de homicidio, mientras que las tasas de homicidio de hombres son más de cuatro veces superiores a las de las mujeres (10,8 y 2,5, respectivamente, por 100 000). En ese sentido las tasas estimadas más altas de homicidios en el mundo se encuentran entre los varones de edad. Las tasas de homicidio de jóvenes en el mundo son las más altas en comparación con otras edades, 10,9 (entre edades de 15.-29 y 9,3 30-44 por cada 100 mil habitantes respectivamente. Si el tema de los asesinatos sistemáticos de jóvenes vinculados a la violencia sistémica o como Zizek a la violencia estructural es un tema cardinal para entender el debilitamiento de las instituciones públicas bajo el canon del neoliberalismo, lo es de la misma manera los sistemas de justicia penal juvenil. Hoy los centros penales en toda la región están compuesto por una población juvenil bajo situaciones graves de violación de sus derechos humanos que debe ser leídos desde esos cuerpos al margen los procesos de crecimiento económico y del debilitamiento de los derechos sociales en toda la región. En ese sentido Hanna Arendt señala que hay que ser más que un ser humano para tener derechos. Este panel busca problematizar estos cuerpos al margen de las metrópolis de la opulencia, desterrados fuera de los límites de la más ignominia opulencia, en donde ser asesinado o desaparecido parece estar justificado social e institucionalmente. [1] Cfr. Word Heath Organization, “Global Status Report on Violence Prevention 2014” (WHO Library Cataloguing in Publication Data, 2014), p. 21 [2] En Costa Rica en el año 2015 se produjeron más homicidios contra jóvenes, que contra cualquier otro grupo de edad de la población, La proporción permite evidenciar que el 40% de la población joven (entre los 15 y 35 años), absorbió el 60% de los homicidios ocurridos, siendo la media de estas muertes los 24 años. Lo anterior no es casual, si se sabe que el 65% de quienes padecen pobreza multidimensional (el 26,2% de la población total del país), son niños y jóvenes. (Mora, 2016). En el marco del modelo de administración del estado actual, y a partir de las transformaciones estructurales vigentes6 es posible evidenciar la erosión de importantes dimensiones del desarrollo humano en regiones específicas, al cotejar esta realidad con los indicadores de juvenicidio de los últimos años